Y le abrazaste y le dijiste que todo iba a estar bien,
que el mundo sigue girando
hay aire para todos
pero más que nada
que tus abrazos no suscriben.
Y su alma desató el cinturón de angustia
para dejar correr la sangre
por los aires
y así poder respirar.
Vos lo viste. Estabas ahí.
Y fuiste a su encuentro en una o cualquier noche
a cargar en tus hombros sus esfuerzos reciclados
sus puertos a los que no llegó nada
sus lágrimas que no lloró
por esa estúpida pared
de sentirse idiota pero seco.
Y le miraste
y le hablaste
y te hiciste presente estando en tu mente y en la suya
lo sabía con seguridad
ibas a estar
eternamente.
Y confió en vos
y se recostó en vos
él
nosotros
vosotros
ellos
todos
en vos
se recostaron.
El mundo te duele, sí
pero no vas a poder con todos los recuestes
y los abrazos
y los corazones rotos que encuentres.
No vas a poder.
Por lo menos buscáte a alguien
que tenga la capacidad de decirte
como vos lo hiciste alguna vez:
que todo va a estar bien
que hay donde ahogarse en paz.
La vida necesita un poco de reciprocidad.