11 may 2008

Majo jugando al Solitario Spider.


Podía oler la victoria. Estaba ganando. Estaba ganando como las otras tantas veces que adelanté mis movimientos y ya sabía de antemano que iba a ganar. Quedaba una baraja oculta por resolver, y antes de tirar las cartas pensé: “Sé que voy a ganar, pase como pase que las cartas sean tiradas, y toquen donde toquen…no importa, porque yo ya sé que gano” Y sentí que mi ego se apoderaba de mi ser. No me gustó, nunca pretendí ser presa del ego o de la frágil auto admiración y/o narcisismo. Y en ese mismo momento que se descubren las cartas deseé que tocaran de alguna manera que me hiciera perder. Sólo para aprender una lección de vida. Sí, quería y pretendía que mi lección me la diera un vano juego de computadora. Pero no. Las cartas estaban a mi favor. Volví a asegurarme la victoria, a glorificarme por haberle ganado a la máquina. A caer en el pecado de la soberbia.
Y aquí viene la lección:
Cometí el error de traicionar mis manías.Porque para sentirme más inteligente suelo ponerme la regla de que tengo que descartar un color por vez: negro, rojo, negro, rojo, negro, rojo, negro, rojo. O sino primeros los rojos y después los negros, o algún orden específico.
Y entre tanta gloria y tanta soberbia y tanto fanatismo por burlarme de la estupidez humada y glorificar mi mente ¿superior?, mientras me recobijaba en mi mundo de cualquier cosa menos humildad; descarté dos rojos seguidos.
(Pausa)

No.
No gané hoy.
Me venció mi propia vanidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

manual de manuel: como convertirse en un buen escritor siendo un mal jugador del solitario s.
leer: epígrafe y 355 paginas restantes.

manuel aun no ha encontrado el sentido de su libro. pero sigue feliz, perdiendo al solitario spider y escribiendo DE MARTA-VILLA.


(L)
mica, obivo