17 feb 2013

Él la miró con esa mirada fija que describe el cien por ciento de todas las cosas de la vida.
Ella entendió, en ese instante entendió que el aquél con el que tantas veces hubo hablado, tantas veces hubo compartido y fantaseado, él era quien le describiría las siguientes horas y hasta una vida a seguir.
Ella entendió sus ojos, llenos de libido, llenos de esa pasión momentánea que ella creyó eterna. Lo supo desde el primer momento -momentánea- pero quiso seguir el juego que podría extenderse y se creía con todas sus fuerzas capaz de desafiar el tiempo de su mirada, de sostener ese sentimiento que a él le abundaba en ese preciso instante de la historia de la humanidad.

Ella lo siguió. No con el mismo plan, su plan era más ambicioso, más poderoso, más potente. Él buscaba, no vamos a dar vueltas en este momento, él buscaba sexo. Ella buscaba algo más. Su flecha había sido lanzada y aunque tarde, hubo sido respondida acorde y hubose envuelta en ésta mirada en la que ella entendió todo.