No es de extrañar que haya personas que repitan ver una película, una, dos, tres, varias veces.
Es normal.
Sobre todo si esa película es Pulp Fiction.
Lo que me pasa a mí es un tanto mas extremo: disfruto mucho más volver a ver una película que ya he visto, o leer un libro que ya he leido, o volver sobre las mismas cosas que ya me dieron satisfacción. Es una posición cómoda, cómodo hoy está mal visto, pero la realidad es que es cómodo.
Recién estuve dando vueltas sobre esa acción puntual, la de repetir cosas que nos gustaron, en vez de ir a descubrir cosas nuevas.
¿Será una postura de vida? Repetir o No repetir.
El repetidor es, a mis ojos, una persona que busca certezas una y otra vez. No busca muchas teorías nuevas, sino certezas. Arraigar a la tierra esa confirmación teórica. Desconfiados del mundo encontramos una gema y la queremos conservar de manera tal que buscamos apropiarnos de ella, adueñándonos de sus palabras y todas las enseñanzas que nos sea posible succionar.
Quizá así lo veo yo, como repetidora, al hecho en sí: mi memoria no es la más amigable conmigo, por lo que las cosas me las olvido, sea que me haya gustado o no o me hayan cambiado la existencia, me las olvido. Por eso repito y repito y repito, para saberlas. De todos los puntos de vista posibles. Cada nuevo recorrido por ése material es un nuevo viaje y un nuevo descubrimiento, una vista de cosas que no había notado antes, porque estaba muy ocupada mirando otras cosas. Por ejemplo, una de las veces que vi Requiem for a Dream, me di cuenta que en la escena final todos los protagonistas terminan con la acción de ponerse en posición fetal.
Cada vez que pienso en ese descubrimiento y en el momento que lo descubrí, se me pone la piel de gallina.
Repetir en mí es conocer. No conocer más de lo mucho, sino mejor de lo poco.
Que es lo que realmente nos importa.
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