¿Quién hubiese dicho, pequeña, que con tu pequeñez has venido a mirar tan grandes cosas? tus ojos, castigo de tu alma, miran más allá de lo que este incípido mundo ofrece. Pero ¿Qué es más alla? Tus ojos lo notan pero vos, dura, cerrada, centrada, ¿lo ves? ¿acaso lo ves? ¿Acaso notas tu ausencia dentro de tu ser? ¿has visto la lucha maldita que te montas?
¡Pequeña!
Pequeña, tu alma es grande!
¡Tus ojos tienen sed, pequeña, tienen sed!
Tu cuerpo no aguanta la llanura de este mundo,
¡pequeña!
que no te agobie el presente,
que eres linda, pequeña
eres linda como el agua
y la paz.
Y la simpleza de la vida.
No llores, pequeña, no llores.
Esto me lo escribí a mí una vez en un bar.
1 comentario:
La lucha maldita que te montas te hace escribir de manera genial y conmovedora.
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