15 may 2021

Mi dilema con comprar zapatos

 Mi problema con los zapatos es que, cuando quiero un par de zapatos, no paro hasta encontrar *exactamente* el par de zapatos que tengo en la cabeza.
Tienen que ser de la misma tela, el mismo modelo, el mismo color, la misma forma que hay en mi cabeza.
Y a no ser que yo misma me vuelva zapatera, eso nunca -pero NUNCA- pasa.
Yo no sé negociar conmigo misma.

Cuando quise algo, lo quise a fondo. Y lo busqué, en cada rincón de la tierra, lo que tengo en mi cabeza (a esta altura no te debería sorprender el hecho de que nunca encontré nada de lo que buscaba. *exactamente*)
Porque no sé negociar conmigo misma.
Y me pregunto si en realidad no hube encontrado todo, pero no lo ví, porque no era *exactamente*, lo que buscaba.

Al principio pensaba que no parar de buscar o crear era una cualidad de la gente "ganadora". George Bernard Shaw decía que el progreso depende de la persona que adapta el mundo a sí mismo en vez de adaptarse ellos al mundo; y yo quería ser un agente de progreso mucho más de lo que quise ser una persona que se adapta.

Pero George  Bernard Shaw no explicó que su teoría no aplica a todas las cosas. Que se aplica a las grandes cosas que hay que cambiar, quizá una, dos o tres como mucho en esta vida. Me debería haber explicado que es una tremenda pérdida de tiempo pasar dos meses buscando en todas las zapaterías el muy pequeño porcentaje de posibilidad de que a alguien se le hubiera ocurrido *exactamente* el mismo modelo de zapatos que yo tengo en la cabeza. 
Yo no encontré nada. Exactamente. Pero encontré todo, medianamente.
¿nos conformamos con medianamente?

A veces debería. El esfuerzo que se le pone a buscar el zapato perfecto no es el mismo esfuerzo que se le pone a las preguntas más trascendentales de la vida, como ¿cómo paro con las injusticias en este mundo? --- Ahí pues, es donde uno no puede adaptarse.

Yo nunca quise vivir en Argentina, y soñé con llegar a Londres, mi ciudad preferida en el mundo, y trabajar ahí y ser londinense y eventualmente casarme con un señor que dijera "Bo-ehl" en vez de Bottle.

Y el buscar Londres me hizo irme a Nueva Zelanda, una ex colonia inglesa, con la idea de lograr residencia, y entonces pertenecer al Commonwealth, y entonces poder ir a Londres. Ése era mi plan en 2008. Pero luego de varios meses de vivir en Nueva Zelanda, cuando finalmente me ofrecen una VISA para quedarme, la VISA era para ser asistente de cocina en un bufete de abogados. Y yo era mucho más en esta vida que una asistente de cocina, y me pregunté Qué valía más, si Londres o mi carrera. No quería ser una sudaca más, lavando platos, llamándose Mariah, siendo Brasilera o Colombiana o wherever you are from in South America.

Fue el ego? Volví a mi país a ser alguien en vez de quedarme en Nueva Zelanda siendo nadie.
A veces abro una historia paralela en mi cabeza y me pregunto qué sería de mi vida hoy si me hubiera quedado en Nueva Zelanda siendo nadie, y hubiera escalado desde más abajo mi escalera para lograr ser alguien. Quién sabe.

¿Era eso conformarse y quedarse en la mitad de un sueño, no *exactamente* como lo había creado en mi mente, pero que quizás me hubiera funcionado para cumplir mi meta final, que era quedarme en NZ y lograr ser del Commonwealth, y ahí mudarme a Londres?
Estaría hoy en Londres?

"Nothing ever goes according to plan" me decía mi novio kiwi Julian, una de las personas más inteligentes y autodestructivas que conocí en mi vida. Julian tenía razón. 
El plan debe cambiar. 
Siempre.

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