5 feb 2025

Caffé Morrison dos vidas después

Después de un rato, me vuelvo a sentar en este café.

No sé cuánto tiempo pasó - una vida, dos, ó cinco minutos.
Ya no soy la que estaba sentada en esta pequeña mesa, al lado de la ventana, mirando para afuera. Ésa chica se fue a perseguir sus sueños de viajar por el mundo y de huir - sí, huir- de las cosas que le causaba demasiado dolor procesar.
Ésa chica necesitaba ver otras cosas, vivir un poco, adquirir "experiencia" en vaya uno a saber en qué uno adquiere experiencia cuando viaja. Ésa chica necesitaba crear una nueva realidad. Una que deshiciera los nudos que no estaban dejando respirar su alma.

La mesa la había quedado chica. Y se fue. Y volví yo.

Y tengo el mismo nombre y las mismas pecas y la misma sensación abrumadora cuando escucho el minuto 3 segundo 14 de Starálfur de Sigur Rós.

Pero no soy la misma chica sentada en esa mesa. 
A veces la extraño y quiero volver a ser ella. Ella era más poeta que yo. 

Pero hoy me vuelvo a sentar en esta mesa que nunca existió, y nunca existió porque nunca logré ir al CaffeMorrison de verdad y ahora alguien lo compró y le cambió el nombre, así que el caffé morrison ya no existe, ya no es, al igual que la chica que comenzó este blog, que también ya no es. 

Y éso es porque todos vivimos en este espacio metafísico, el de la imaginación, el de un universo paralelo en el que sí existimos. 
Y en la mesa de al lado está Albert Camus, Charles Bukowski. José Saramago. Julio Cortázar. En una esquina está, solo, Vladimir Navokov, y todos le miramos con admiración pero con distancia porque Navokov desnudó su mente un poco más de lo que a varios nos parece tolerable. También está Roberto Fontanarrosa charlando con Roald Dahl, riéndose de los dobles sentidos de las cosas y la fina línea entre literatura para adultos y para niños.
Está Jean-Baptiste Clemence, sentado hace siglos conversando con su eterno interlocutor de La caída.
Hay un perro callejero que dejaron pasar porque hace frío y llueve afuera.

Están todos los poetas reunidos aunque no los vemos.
Y si están todos los poetas y estoy yo, hay esperanzas de volver a la magia.

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