Tiempo de cuarentena. Tiempo de ????, ????? y sobre todo ?????!?!??!
Hay mucho tiempo y poco tiempo para los que no sabemos administrar.
Yo no sé administrar.
Estoy en la casa de mi hermana, de verdes y árboles y sobrinos de edades de amor limpio.
En lo de mi hermana se juega al Monopoly. No de vez en cuando, sino de la manera en la que, en la mayoría de las casas, estamos jugando algún juego compulsivamente todos los días.
Yo no sé administrar.
Es algo que aprendí jugando compulsivamente al Monopoly.
Nunca gano.
Pero aprendo, porque eso es lo que hago yo. Aprendo.
El Monopoly me enseñó que yo apuesto al débil. No me importa mi juego, yo voy a jugar para que el débil se haga fuerte, y para que el fuerte no asfixie al resto.
Juego a buscar igualdad de condiciones. A que todos tengan sus casitas. A que la codicia no gane.
Nunca gano.
Y me pregunto qué tan bien está ser así.
Pues claro que ayudar al débil es lo correcto y que frenar al ávaro también es deseable. Pero en el medio me olvido de mí, también parte de este sistema de juego (de vida?), en el cual, una y otra vez, termino perdiendo, contra el débil y contra el avaro.
Quizá la vida sea así también. Uno no vive del amor, salvo Lucre, mi amiga que construyó su patrimonio familiar con una red de telos.
Uno vive también de tener un poco de egoísmo. Porque sos la única persona que va a pensar en vos. Porque todos estamos tratando de construir casitas. Porque todos ganamos, y al ganar alguien pierde. Es la vida, y se puede ver de varias maneras. Ganar no está mal. Quedarse en el medio está mal. Querer ganar y no poder por pensar que actuar en interés propio es sucio. Me gusta y no me gusta pensar así. Siento que si decido cambiar voy a ir a matar gente hambrienta con mis propias manos.
Ganar no está mal.
Pero va a pasar un tiempo hasta que gane en el Monopoly.
13 abr 2020
23 mar 2020
A.D.D
Quedarse adentro.
Quedarse adentro porque la vida te obliga, la ley te lo dicta y la sociedad te condena. Quedarse adentro porque afuera el aire es malo y todos pueden ser tus enemigos si sus partículas llegan a tus partículas y quizás te maten. Porque no podemos permitirnos hacer crecer lo malo, la enfermedad, el riesgo a los viejitos, el miedo a la muerte.
Quedarse adentro porque todos necesitábamos una catástrofe.
Todos necesitábamos entrar. Sentarnos. Callarnnos la boca un rato.
No hacer nada.
Pensar en eso que siempre decimos que vamos a pensar y después hundimos nuestra cara en la pantalla del celular cuando la oscuridad de la noche nos invita a otra cosa.
Ojalá se caiga internet.
Algo que no podemos silenciar es el silencio. Qué cosa tan aterradora, pensar en lo que uno viene pateando al final de la cabeza hace años. Cuando todos los pensamientos se disipan, el estrés de la vida cotidiana y el nimio enojo acerca de la falta de leche deslactosada no tiene razón de ser. Cuando el hecho de que el mail llegue tarde o pase un niño detrás de la cámara en medio de una teleconferencia ya no es problema. No, no esas cosas. Eso no es lo que importaba.
Cuando el pensamiento de Qué pasó con eso que una vez soñaste? aparece.
Ahí te quiero ver culpando la falta de leche deslactosada.
Tu lucha era otra.
Te enfocaste en lo que creías que te iba a mantener a flote
y te diste cuenta que tu lucha era otra.
Quedarse adentro porque la vida te obliga, la ley te lo dicta y la sociedad te condena. Quedarse adentro porque afuera el aire es malo y todos pueden ser tus enemigos si sus partículas llegan a tus partículas y quizás te maten. Porque no podemos permitirnos hacer crecer lo malo, la enfermedad, el riesgo a los viejitos, el miedo a la muerte.
Quedarse adentro porque todos necesitábamos una catástrofe.
Todos necesitábamos entrar. Sentarnos. Callarnnos la boca un rato.
No hacer nada.
Pensar en eso que siempre decimos que vamos a pensar y después hundimos nuestra cara en la pantalla del celular cuando la oscuridad de la noche nos invita a otra cosa.
Ojalá se caiga internet.
Algo que no podemos silenciar es el silencio. Qué cosa tan aterradora, pensar en lo que uno viene pateando al final de la cabeza hace años. Cuando todos los pensamientos se disipan, el estrés de la vida cotidiana y el nimio enojo acerca de la falta de leche deslactosada no tiene razón de ser. Cuando el hecho de que el mail llegue tarde o pase un niño detrás de la cámara en medio de una teleconferencia ya no es problema. No, no esas cosas. Eso no es lo que importaba.
Cuando el pensamiento de Qué pasó con eso que una vez soñaste? aparece.
Ahí te quiero ver culpando la falta de leche deslactosada.
Tu lucha era otra.
Te enfocaste en lo que creías que te iba a mantener a flote
y te diste cuenta que tu lucha era otra.
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