23 mar 2020

A.D.D

Quedarse adentro.

Quedarse adentro porque la vida te obliga, la ley te lo dicta y la sociedad te condena. Quedarse adentro porque afuera el aire es malo y todos pueden ser tus enemigos si sus partículas llegan a tus partículas y quizás te maten. Porque no podemos permitirnos hacer crecer lo malo, la enfermedad, el riesgo a los viejitos, el miedo a la muerte.
Quedarse adentro porque todos necesitábamos una catástrofe.
Todos necesitábamos entrar. Sentarnos. Callarnnos la boca un rato.
No hacer nada.
Pensar en eso que siempre decimos que vamos a pensar y después hundimos nuestra cara en la pantalla del celular cuando la oscuridad de la noche nos invita a otra cosa.
Ojalá se caiga internet.

Algo que no podemos silenciar es el silencio. Qué cosa tan aterradora, pensar en lo que uno viene pateando al final de la cabeza hace años. Cuando todos los pensamientos se disipan, el estrés de la vida cotidiana y el nimio enojo acerca de la falta de leche deslactosada no tiene razón de ser. Cuando el hecho de que el mail llegue tarde o pase un niño detrás de la cámara en medio de una teleconferencia ya no es problema. No, no esas cosas. Eso no es lo que importaba.

Cuando el pensamiento de Qué pasó con eso que una vez soñaste? aparece.
Ahí te quiero ver culpando la falta de leche deslactosada.

Tu lucha era otra.
Te enfocaste en lo que creías que te iba a mantener a flote
y te diste cuenta que tu lucha era otra.

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