4 nov 2025

 es muy simple
No quiero vivir más.

No se dice en voz alta porque la gente se asusta.
No quiere decir que me vaya a suicidar.
Quiere decir que no quiero vivir más.
No le veo emoción o alegría al mero hecho de vivir.


No tengo ganas.
No tengo ganas de despertarme por las mañanas 
y de pensar en un nuevo día
No tengo ganas de hacer café
No tengo ganas de ver gente.

No tengo ganas de cocinar
y tampoco de comer conscientemente

No tengo ganas de hacer ese rompecabezas
de contestar emails
de tener reuniones

No tengo ganas de explicarle a la gente por qué no tengo ganas.
No tengo ganas de que me den ganas de llorar

Tampoco tengo ganas de morir.

No tengo ganas de vivir la vida
Lo que sí tengo ganas
es de tener ganas.

29 oct 2025

Oda a lo que queremos olvidar

En toda nuestra gama 
de cosas que almacenamos en la memoria,
hay un tipo de recuerdo
que queremos olvidar.

Generalmente nos quedamos con lo bonito
con el aroma de ésa flor
ó esa mañana desayunando frente al mar.

Queremos aferrarnos a esos minutos que llamamos felicidad.

Qué ganas de que la memoria sea
sólo un rejunte de segundos felices
de olores de flores
abrazos con sentido
tequieros salidos de las bocas correctas.
Muchas veces lo es.

Pero en nuestro afán de recolectar lo que nos hace felices
recolecté todas esas memorias con vos.
Tu sonrisa, tu maldita sonrisa
con una ceja levantada
y ésa mirada pícara
que mi cerebro considera de las cosas más bonitas
que haya visto jamás.

El recuerdo de tu mano tosca
no soltando la mía ni un segundo
mientras, no se, mirábamos tele
un martes cualquiera.

El atardecer rojo visto desde tu (nuestro) balcón.

Tus abrazos
que me emocionaban hasta el fondo de mi alma
con su puta perfección de posición y firmeza
que mi cuerpo consideró
hacer nido en ellos
y tomarlos como molde de todos los abrazos
que me fueran a dar por el resto de mi vida,
todos los que le siguieran
serían comparados con los. tuyos.

Pero más que nada tu sonrisa pícara.

¿Cómo le digo a mi cuerpo, a mi mente y a mi corazón
que esos recuerdos, 
definiciones de la felicidad,
deben ser borrados para siempre y salir de mí?

Cómo les exijo eliminar los tesoros más grandes de mi memoria,
los segundos más felices,
con los que aprendí lo que se denominaba amor?
Cómo le explico a la memoria que éso es todo 
lo que quiero en mi vida
pero que recordarlo me destruye?
pero que por favor lo olvide, momentáneamente,
para poder sobrevivir en este mundo gris?

Cómo te quito de mí?
Por favor, 
cómo te quito de mí?

Una sobre los recuerdos

La mente no almacena un solo tipo de recuerdo. Un recuerdo no es más que la última versión guardada, editada por el último sentimiento al respecto, de nuestra alma en el almacenamiento RAM de nuestra memoria.

Aunque la situación haya sido la misma, el recuerdo muta. Cambia. Se transforma.

Algo que me hizo llorar desconsoladamente en la infancia hoy me da risa.

Entonces ¿qué son los recuerdos?¿Para qué sirven?¿Por qué cambian? y lo más importante, ¿Qupe hace que se queden unos y otros no?

Hay recuerdos que son estructura de nuestros pensamientos: todas ésas veces que nos pasaron o nos dijeron cosas que nos quedaron grabadas con fuego, como pinturas rupestres que se mantienen intactas por miles y miles de años, si llegáramos a vivir tanto. "La plata compra recuerdos", "Elegí qué batallas luchar" - ó esa vez que quise probar a qué sabía la mostera y fue así como aprendí que era tóxica para los humanos.

Hay otros recuerdos que quedan, pero borrosos. ¿Así pasó? Pues ya no lo sabremos nunca. Son quizá esos momentos que, por algún motivo, los modificamos para que hagan caso a nuestra retórica de los hechos o la manera que a nosotros nos gustaría interpretar lo que pasó. Porque a veces es demasiado duro recordar que esa persona en realidad no nos abrazó, o nos sentimos tristes en un momento "oficialmente" feliz, o lo que sea que haga que querramos cambiar la trama de un recuerdo. Mitad realidad, mitad fantasí, hasta que se dessibuja completamente el núcleo y ya ni sabemos si eso pasó o lo soñamos.

Luego están los recuerdos que no se guardan en la memoria sino en el inconsciente. Ésos que nos da miedo sólo el hecho de saber que existen, que están allí, y que pueden aparecer sin pedir permiso y exigir unos cuantos meses de revolución interior hasta que sabemos qué hacer con ellos.

No quiero olvidar mencionar ésos recuerdos de cosas vergonzosas que hicimos en nuestra vida, que la gente y nosotros lo notamos, que quedamos como unos idiotas y que nadie más que nosotros recuerda. Ellos aparecen y nos hielan los huesos cuando estamos intentando dormir. Esos sos hasta mis favoritos, intrépidos, embarazosos; tan únicos y ridículos que dan risa.

Y por último, todos los recuerdos que queremos olvidar. Los que viven con nosotros, en nuestro día a día, se mezclan entre pensamientos cotidianos y se entrometen en nuestars ganas de seguir adelante con nuestra vida y olvidarlos por siempre para que no nos sigan rompiendo el corazón. Les escribiré una Oda. Ésos recuerdos son vos. 


21 may 2025

Una chica de cuatro años
volviendo, silenciosa, a la cama donde estaba su hermana mayor.
Tratando de entender un sentimiento nuevo
espero no conozcas este sentimiento.
Pero es sobre no saber qué fue lo que pasó
pero saber que estaba mal.

Cuando eras chica
le tenías miedo a un reloj.
Un reloj que estaba colgado en el cuarto de tu casa de vacaciones
Que hacía un ruido en cada segundo
tic-tac, tic-tac, tic-tac.

Estabas aterrorizada de ese ruido
el segundero te hacía pensar en el paso del tiempo
en una bomba a punto de explotar. O en la muerte.
Siempre pensaste en la muerte.

Aterrada, chiquita como eras
te fuiste a la cama de mis abuelos.
Tu abuela no estaba.
Tu abuelo agarró tu mano en un gesto que imaginaste era para darte la seguridad que una chica de 4 años necesita cuando le tiene miedo a un reloj porque piensa que ese ruido se parece a una bomba a punto de explotar.

No sabías que tu mano podía provocarte una traición tal
sentiste la textura, la temperatura fría
que luego ya no era fría
y tenía vida. 
Y quitaste tu mano.
No sabías qué estaba pasando
que te estaban haciendo hacer.
Pero conociste el sentimiento
de no saber por qué, pero estar segura que éso estaba mal.

En silencio volviste a la cama donde estaba tu hermana
lloraste hasta que tus ojos, cansados, te obligaron a dormir.

Y enterraste ese recuerdo por décadas.
Nunca pensaste en tu abuelo ni en esa noche ni en ese reloj ni en esa textura con esa temperatura
ni de tu mano que, guiada por la mano de tu abuelo,
iba para arriba y para abajo.
Y de ése horrible, horrible sentimiento de haber hecho algo mal y no saber qué era.

Décadas.
Y un día, después de armar tu vida viajando y alejándote cuanto más puedas de ese país
estabas lavando platos
y todo este recuerdo te cayó como la bomba atómica que comenzó a sonar ése día en ése cuarto y al fin decidió detonar.

Y empezaste un camino de duelo, asco, dolor, y todo lo que uno debe pasar antes de lograr la aceptación.
La lágrima por esa niña que lloró en silencio hasta dormir
y enterró en 72 candados su corazón
y nunca más quiso hablar ni sentir ni nada.

Ésa niña que hoy le cuesta confiar
que no le van a romper el corazón

Esa niña que sabe que no la van a cuidar
que no la van a ver.

Décadas de un corazón roto
de una mente rota
de una niña con miedo
buscando un alma que la acune.
Un alma que nunca la acunó.

Las cosas por su nombre.
Sí fue abuso sexual. Sí fue pedofilia. Sí fue incesto.
Qué no fue?
Mi culpa.

5 feb 2025

Caffé Morrison dos vidas después

Después de un rato, me vuelvo a sentar en este café.

No sé cuánto tiempo pasó - una vida, dos, ó cinco minutos.
Ya no soy la que estaba sentada en esta pequeña mesa, al lado de la ventana, mirando para afuera. Ésa chica se fue a perseguir sus sueños de viajar por el mundo y de huir - sí, huir- de las cosas que le causaba demasiado dolor procesar.
Ésa chica necesitaba ver otras cosas, vivir un poco, adquirir "experiencia" en vaya uno a saber en qué uno adquiere experiencia cuando viaja. Ésa chica necesitaba crear una nueva realidad. Una que deshiciera los nudos que no estaban dejando respirar su alma.

La mesa la había quedado chica. Y se fue. Y volví yo.

Y tengo el mismo nombre y las mismas pecas y la misma sensación abrumadora cuando escucho el minuto 3 segundo 14 de Starálfur de Sigur Rós.

Pero no soy la misma chica sentada en esa mesa. 
A veces la extraño y quiero volver a ser ella. Ella era más poeta que yo. 

Pero hoy me vuelvo a sentar en esta mesa que nunca existió, y nunca existió porque nunca logré ir al CaffeMorrison de verdad y ahora alguien lo compró y le cambió el nombre, así que el caffé morrison ya no existe, ya no es, al igual que la chica que comenzó este blog, que también ya no es. 

Y éso es porque todos vivimos en este espacio metafísico, el de la imaginación, el de un universo paralelo en el que sí existimos. 
Y en la mesa de al lado está Albert Camus, Charles Bukowski. José Saramago. Julio Cortázar. En una esquina está, solo, Vladimir Navokov, y todos le miramos con admiración pero con distancia porque Navokov desnudó su mente un poco más de lo que a varios nos parece tolerable. También está Roberto Fontanarrosa charlando con Roald Dahl, riéndose de los dobles sentidos de las cosas y la fina línea entre literatura para adultos y para niños.
Está Jean-Baptiste Clemence, sentado hace siglos conversando con su eterno interlocutor de La caída.
Hay un perro callejero que dejaron pasar porque hace frío y llueve afuera.

Están todos los poetas reunidos aunque no los vemos.
Y si están todos los poetas y estoy yo, hay esperanzas de volver a la magia.

El Miedo.

De verdad,
en qué momento comenzamos a rechazar los abrazos?
O a no darlos porque no sabemos cómo serían recibidos del otro lado?

Hablo de los abrazos de verdad. Del contacto de verdad.

En qué momento decidimos, colectivamente, que ya no seríamos vulnerables con el otro?
Que mostrarnos tal cual somos era pecado?
Que comer solo en un restaurant sin mirar el teléfono era lo anormal?

En qué momento nos comenzamos a definir por las letras en la tarjeta de negocios?
Que la manera de ganar dinero es un elemento tan importante de nuestra personalidad?

En qué momento creímos que la llave para el amor era ser admirado por el otro?
Que teníamos que llegar "listos", sabiendo todo, intuyendo todo, sin cometer errores?

¿En qué momento nos olvidamos cuándo callar la puta boca para poder disfrutar del dulce misterio del silencio?
De igual manera,
En qué momento dejamos de hablar las verdades de nuestro corazón por miedo a que no sean entendidas o recibidas?


Es decir
No sabemos callar la puta boca
pero no decimos las cosas que nuestra alma grita.

¿Qué estamos haciendo?



Quote del día: "Imagine what fun life would be if you didn´t have those neurotic, personal thoughts going on within you. You could enjoy things, and you could actually get to know people instead of needing them. You could just live and experience your life, instead of trying to use life to fix what´s wrong inside of you" Michael Singer, The untethered soul.