5 abr 2009

Ella se moría sola en el cuarto de la casa de sus padres.
Como no sabía que se iba a morir, cerró la puerta con llave.
Siempre había sido muy solitaria, entonces no causó ningún tipo de asombro su puerta cerrada.

Y pasaron las horas y nadie sabía nada de su cuerpo renunciado en la cama. Había puesto una película, los sonidos desde el interior del cuarto filtraban el silencio cardíaco.

Y terminó la película y ya era de noche. A veces no comía. Estaría durmiendo, tuvo una semana muy larga.

Y se hizo de día y la luz que entraba por la ventana por primera vez no le molestó.
Estaba muerta como fría y como blanca.

La familia no se percató de su ausencia hasta las 3 de la tarde que alguien llamó por teléfono. No, está durmiendo, no responde la puerta, llame después. Qué raro, nunca duerme tanto. Le voy a tocar más la puerta, hasta que se despierte, vaga, vaga y antipática.
No responde. Bueno, ya va a salir, se va a aburrir de internet y de su traba en la puerta.

Ya va a salir.

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